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Tu sueño es tu propia trampa. Hustle.

Trabaja más. Duerme menos. Sal de casa para hacer networking. No existe el fin de semana. Tu sueño no puede permitirse un fin de semana. ¿Estás cansado? Eso es que no lo quieres lo suficiente. Publícalo en Instagram. Siempre con una sonrisa. Todo el mundo es maravilloso. El caso es seguir. Fuérzate. No llegas a ser del 1% trabajando lo mismo que el otro 99%. Lidera. No hay excusas. Hustle.

Ser emprendedor (o tener actitud emprendedora, aunque trabajes para otros) nunca ha podido estar más de moda. Lo que surgió como necesidad ante una crisis catastrófica se está convirtiendo en un movimiento cultural sin precedentes, con industrias como esta propia, la del coworking, que crecen de forma exponencial a la vez que instalan una nueva forma de trabajar. Las palabras clave son las mismas: felicidad, éxito, cumplir tus sueños, liderazgo. Tener una vida de actividad 24/7 en la que todo es maravilloso. Ese es el punto de partida de cualquier proyecto empresarial, todos con claimsculturawhys… una línea de pensamiento que nosotros también promovemos.

Pero como ocurre con toda tendencia, se está yendo un poco de las manos. Estados Unidos, siempre referencia en torno a la épica mercantil, ha convertido la mitología de Silicon Valley en una especie de jungla urbana en la que solo sobrevive aquel que más trabaje. El llamado “Hustle”, bandera del movimiento, no puede ser más claro, y mientras que en su forma positiva promueve valores como la humildad, el trabajo duro, el honor y el respeto, estos se ven enterrados cuando observamos lo que ocurre llevando esta forma de vida al extremo. Los USA sufren una epidemia de depresión y nosotros, los famosos mediterráneos que supuestamente llevamos un estilo de vida sano y hedonista, también empezamos a preocupar a las autoridades. En 2017, Los Laboratorios Cinfa publicaron un estudio que demostraba que un 42,1%, casi la mitad de los españoles, sufrían ansiedad de forma habitual

El perfil del estrés en España da malas noticias, según CINFA

 

El trabajo como nueva religión
 

Los motivos detrás de este hambre por agotarnos los explica The New York Times en un artículo que publicó a principios de año cuyo título se traduce como "¿Por qué la gente finge que ama trabajar?" y que explora tanto las motivaciones detrás de esta actitud como las consecuencias de idealizarla. “Quizás estamos un poco hambrientos de significado. La participación en la religión organizada está cayendo, especialmente entre los millenials Americanos. En San Francisco, donde vivo, he notado que el concepto de productividad ha tomado una dimensión casi espiritual. Los “techies” aquí han internalizado la idea - anclada en la ética de trabajo Protestante - de que el trabajo no es algo que hagas para conseguir lo quieres; el trabajo en sí mismo lo es todo. Por lo tanto, cualquier truco de productividad o ventaja que les de una empresa para optimizar su día, permitiéndoles conseguir hacer incluso más trabajo, no solo es deseable sino inherentemente bueno.” dicen desde el diario americano.

En su forma básica, este planteamiento podría ser hasta lógico: si haces lo que has deseado hacer toda tu vida, te ganas la vida en ello y el dedicarle más horas te genera más beneficio (o tu empresa te cuida con iniciativas atractivas), ¿por qué no hacerlo? El problema es cuando asumimos que la vida puede ser unidimensional cuando por lo general nuestra salud emocional depende de muchos ejes. Es entonces cuando aparece el estrés, la depresión… y el llamado workaholic asoma la cabeza. Porque cuando te agarra, no te suelta. Según un estudio de la Dra. Melissa Clark de la Universidad de Georgia, esta enfermedad transformada en anglicismo se manifiesta de forma”similar a otro tipo de adicciones, ya que los workaholics pueden sentir un subidón cuando trabajan, pero también pueden rápidamente sentirse abrumados por sentimientos de culpabilidad o ansiedad. Buscando las motivaciones detrás de trabajar, los workaholics se sienten empujados a trabajar no porque quieran sino porque sienten una presión interna por hacerlo. Esta compulsión interna es similar a tener una adicción. Nuestros resultados muestran que, mientras que esto no afecta a la eficiencia en el trabajo, el workaholism sí que influencia otros aspectos como el estrés laboral, un mayor conflicto entre la vida personal y la laboral, descenso de salud física y la fatiga que indica que los trabajadores no van a ser productivos”. Además, el estudio muestra que este comportamiento es distinto según el género. Las mujeres suelen tener más ganas de trabajar incansablemente conforme se hacen mayores; los hombres actúan exactamente al contrario, priorizando más por su vida personal conforme se va acercando la jubilación.

Más allá de las enormes consecuencias físicas, trabajar demasiado simplemente no es una buena estrategia. En un artículo de opinión sore la salud mental y la cultura del Hustle, desde RMIT Catalyst explican que “Cuando estamos muy centrados en nuestros objetivos podemos perder de vista nuestros valores, y es en estas circunstancias cuando la depresión y la ansiedad pueden manifestarse”. Esto es, perdemos perspectiva de por qué hacemos las cosas, lo cual, cara a llenar nuestra vida de significado, es un poco contraproducente. Salir de esta espiral a veces puede ser muy difícil pero desde RMIT nos recomiendan programar tiempo para hobbies, y rodearte de gente que te hagan sentir inspirado y feliz. Procura hacer ejercicio a menudo, dormir (intenta apuntar a 7-8 horas cada noche), y practica mindfulness y respiración profunda. Estos son solo algunos pequeños consejos para incluir en tu estilo de vida, no importa lo ocupado que estés”. Si te suena, es porque lo estás empezando a ver cada vez más a menudo: el Work/Life balance es una respuesta cultural al Hustle, y ya existen figuras públicas que intentan inspirarlo.

 

Maurice Sendak - Open House for Butterflies


 

Para ser feliz tienes que aburrirte
 

Casi todos somos conscientes de que la sobreestimulación del s. XXI trae consecuencias importantes, pero pocas veces nos nace la iniciativa de contrarrestarlas. Quizás porque palabros como mindfulness a veces nos generan rechazo. En realidad la respuesta ante este problema es mucho más sencilla, tal y como explican los psicólogos Sandi Mann y Rebekah Cadman de la Universidad de Central Lancashire en Reino Unido. En su estudio, se le pidió a los participantes copiar números de una guía telefónica antes de preguntarles cuántos usos se les ocurrían para un par de vasos de plástico. Comparados con un equipo de control, aquellos a los que se les pidió una tarea aburrida previamente fueron más inventivos. En un segundo estudio, Mann y Cadman añadieron a un tercer grupo y les asignaron una tarea aun más aburrida: leer la guía telefónica. De nuevo, el grupo más aburrido puntuó más que ningún otro en ocurrírseles muchos más usos de los vasos de plástico.

Las doctora Mann dice que “la clave para pensar de forma más creativa está en tener un tiempo de descanso para permitir que tu mente se disperse. Mientras que la mayoría de nosotros tenemos algunos momentos ociosos, probablemente los llenamos con las redes sociales y el correo electrónico.” En su lugar, Mann sugiere planificar tiempo para ”soñar despierto”o para hacer actividades como nadar, en las que tu mente se puede permitir dispersarse sin distracciones electrónicas. ”Cuando estás aburrido, estás entrando en tu inconsciente, recogiendo recuerdos perdidos y conectando ideas”. Da igual a lo que te dediques, la ciencia demuestra que el cerebro necesita pasar por esos dos procesos, distintos pero complementarios, de ocuparse y desocuparse, para dar los mejores resultados. Y si necesitas que soltemos algún nombre para que te tomes en serio esta propuesta, Warren Buffett y Bill Gates planificaban tiempo para no hacer nada y dejar que su imaginación vague libremente.
 


Utopicus Orense

 

La mitología de la productividad.
 

Si la ciencia y nuestras referencias apuntan en una dirección, ¿por qué nos empeñamos en ir en la otra? Vivimos en una sociedad donde lo inmediato y poderoso gana, y en esas circunstancias es muy complicado ejemplificar los matices de algo tan complejo como la productividad. En cambio, es muy fácil mostrar el trabajo duro, y más efectivo. Por otro lado hay que tener en cuenta la presión ejercida sobre la generación Millenial, la más privilegiada y a la vez una de las más incomprendidas, que a veces se cruza de bruces con una realidad que parecía demasiado fácil. ”Toda una generación ha crecido esperando que buenas notas y éxito extracurricular les recompensarían con trabajos gratificantes que alimentarían sus pasiones. En su lugar, se han visto en trabajos precarios e insignificantes y con una montaña de deudas como estudiantes. Por lo tanto posar como un trabajador incansable que espera con ansias los lunes por la mañana empieza a parecer un mecanismo de defensa”, apunta con sutileza el artículo de The New York Times.

Poco a poco, la conversación va yendo en la dirección adecuada. Pero después de siglos relacionando el rendimiento con el sudor, las arrugas y el estar de sol a sol, nos llevará trabajo reconocer la efectividad detrás de poder llevar a cabo tu proyecto sin destruir tu salud emocional y física por el camino. Ya existen experimentos con la llamada 4 Day Work Week y espacios en los que el descanso y el espacio personal son tan importantes como las métricas y los objetivos. También aquellas pueden ser malinterpretadas. Lo importante es centrar la conversación y evitar simplificaciones. Existirán malos días en los que no te apetezca hacer nada. No todos los días tu sueño merece la pena. No madrugues tanto. Vive. Hustle.

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